7/12/2012

#10.


De puta madre. Álvaro no le cogía el teléfono así que no tenía planes para hoy. Voy a darme una ducha para despejar y salir a correr un rato. Tal vez después el imbécil que tengo por mejor amigo se decida a coger el teléfono. 

Muchos de los que me conocen piensan que soy un cabrón y tal vez no se equivoquen, pero nunca tuve el cariño de un padre. Tuve mil promesas rotas y alguna más para intentar solucionar todas las anteriores. Lo único que tengo en el mundo es a mi madre. Ella siempre estará por encima de todo. Con esto no quiero decir que no valore a mis amigos, porque sé que cuento con su apoyo aunque esto suene muy rollo “cursi” o muy rollo “chica” pero es así. Por suerte, yo no necesito a nadie que me abrace porque no he dejado que nadie me arruine. He aprendido que si no coges cariño a nadie, nadie puede joderte y después no lo pasas mal. Así que me cierro a mi mismo bajo llave y me evito sufrimientos. Cuando comprendí que mi padre no quería saber nada de mí a pesar de que él para mí lo era todo, decidí no permitirme llorar por nadie y para eso, mejor quedarme como estoy. Mi madre, y un par de amigos más con los que compartir borracheras y comentar ligues.

Después de una ducha relajante me puse los pantalones de deporte y la camiseta y salí a correr por un paseo de un par de kilómetros. Cuando apenas llevaba uno o dos kilómetros recorridos de lejos vi a una chica sola llorando. Seguro que era una de esas niñas pijas a la que su novio de tres semanas ha dejado. Seguí corriendo a mi bola, seguramente no la conocía así que no tenía porque parar pero cuando me acerqué más vi que era la hermana de Álvaro.

¿Me acerco y le pregunto qué le pasa?  ¿O la dejo en paz? A lo mejor quiere estar sola. Pero a lo mejor le ha pasado algo importante y puedo ayudarla aunque solo sea porque es la hermana de mi mejor amigo. Ag. ¿Qué hago? Va, voy a acercarme por preguntar qué le pasa no pierdo nada. 







Al salir de clase había quedado con Iván. Y él al contrario que yo, era puntual. Llevaba diez minutos esperándome a la salida. Le había dicho a mi madre que iría con Aurelié a comer. Espero que no lo descubra si no me mataría. Mi padre llegaba tarde de trabajar así que no se daría cuenta.

Iván me recibió con una mueca por salir un poco más tarde que los demás pero el pobre ya está acostumbrado. Y todo se soluciona con un beso.

-          ¿Qué tal nena?

-          Bien. Cómo siempre. Aunque ya sabes, cuando Nerea vio que llegaba tarde y le conté que tú me habías traído no se lo tomó muy bien.

-          No sé porque a Nerea le caigo tan mal. Coño la pelea fue entre su hermano y yo. No entre ella y yo. Qué me deje en paz o mejor dicho, que nos deje en paz.

-          Va no te pongas así.

-          En fin. Vamos.

Subí al coche y nos fuimos a su casa. La madre de Iván era un cielo. Casi me tenía como una hija y si por ella fuera comería y cenaría cada día allí. Hoy sabía que íbamos a ir y había hecho mi comida favorita. El padre de Iván había muerto el año pasado de cáncer de pulmón. El fumar como un cosaco es lo que tiene. Por aquel entonces yo no estaba saliendo con Iván y no fui a su entierro porque no conocía mucho a su familia. Al menos mi madre fue y dio el pésame. Mi madre era ese tipo de mujeres que le gustaba saber de todo y cotillear todo. ¡Qué mujer!

7/11/2012

#9.


Cada día pasan más rápido las clases. Cada día que yo quiero o mejor dicho necesito que pasen más despacio, los minutos corren más deprisa como si el tiempo, y nunca mejor dicho, estuviese en mi contra. No es que yo sea masoquista, es que cuando una tiene el panorama que tiene en casa muchos de los días no tiene fuerzas para discutir y las clases eran una especie de mi refugio. Pero el tiempo está en mi contra y mientras mis compañeros cuentan hasta las milésimas de segundo que faltan para que toque el timbre yo desearía pararlo o volver a atrás. Pero para mi suerte, mala suerte, los minutos pasan demasiado rápido y las voces vuelven a llenar los pasillos.

Es una paradoja porque a la vez que me pesa levantarme cada día más al instituto al fin y al cabo me da pena dejarlo pero claro, es por la situación con mi padre. Después del trayecto en autobús acompañada de mis cascos ya estoy a la puerta de casa. Como rápido y me encierro en mi habitación en otra de mis magnificas actuaciones haciendo creer que estoy en pleno e intensivo estudio, aunque solo sea para no discutir con mi padre.

-          ¡Nereaaaaaaaaaa!

-          Dime Papá.

-          Mira como tienes el salón

-          Ya… pero es que tengo que estudiar.

-          Siempre tienes que estudiar pero lo de casa no lo hace ni cristo bendito.

-          Pero es que…

-          Pero nada joder, no haces nada. No sirves para nada.

Las lágrimas empiezan a asomar por mis ojos, pero hace un par de años prometí no llorar delante de gente que solo quisiese hacerme llorar así que lo único que se me ocurre es coger mis llaves y mi móvil y salir a dar una vuelta a despegar. Al menos así no habrá discusiones.

-          Papá me voy a dar una vuelta

-          Haz lo que quieras.

Salgo por la puerta y empiezo a caminar tampoco llevo un rumbo fijo pero cuando me doy cuenta estoy frente al colegio infantil de donde vivo. Aquí no hay la ESO por eso tengo que ir a otro instituto. Me siento, me pongo el aleatorio con la esperanza de que suena alguna canción triste y que las lágrimas salgan de mis ojos para lograr desahogarme sin necesidad de hablar con nadie. Y parece ser que en esto al menos tengo suerte, “Respira – Luis Fonsi” suena. Ojalá yo tuviese a ese alguien que me hiciese respirar cuando me ahogo. Ojalá. Las lágrimas siguen saliendo de mis ojos pero nadie está ahí para abrazarme.

-          Hey Nerea, ¿Qué te pasa? ¿Qué haces aquí?

6/21/2012

#8.


Las palabras de Nerea eran las mismas de siempre. A ella no le caía nada bien Iván y yo no entiendo por qué. Ella no le conoce como yo, y gracias a él estos meses he sido muy feliz. Puede que como ella dice, no me haya dicho nunca que me quiere, pero me lo demuestra cuando me viene a ver inesperadamente, cuando ve que me dormí y me lleva a clase, cuando me besa y cuando hace de nosotros un solo cuerpo.

Ninguno de mis anteriores novios se podía comparar a él. Y a mí que el mes con Marcos me había parecido el más maravilloso y el más corto, o que los besos de Dani eran únicos.  No sé. Es tan genial, se porta de maravilla conmigo y es la única persona a la que creo que de verdad le importo. No quiero decir que no les importe a mis amigas pero es diferente. Él es diferente, si ve que tengo un mal día o ve que estoy en otro mundo, me anima aunque tenga que decir tonterías.

Creo que Nerea odia a Iván desde aquella pelea con su hermano. No sé porque fue… y parece que sólo ellos dos lo saben porque cada vez que les preguntamos hacen como si nada hubiera pasada. Antes eran muy buenos amigos, ahora no se hablan. Además recuerdo que una vez, Iván me contó el por qué había dejado a su anterior chica después de año y medio juntos, le había sido infiel y si algo odia Nerea en el mundo mundial son las infidelidades. Me gustaría que Nerea se llevase bien con Iván, era la única de mi grupo que no lo tragaba, las demás se llevaban muy bien e incluso eran casi mejores amigos, como ocurría con Marta. Y espero lograrlo porque intentan ignorarse cuando estamos todos juntos pero realmente se forma una cierta tensión entre todos nosotros y no mola nada.

Nerea era una amiga genial, y sobra que lo diga. Siempre estaba ahí para todo pero si tenía algún defecto, ese era sin duda, que tendía a juzgar apresuradamente. No siempre, pero tenía una desconfianza natural hacia cualquier chico, solo se libraban su mejor amigo Javi y su hermano Álvaro.

6/19/2012

#7.



Dios que dolor de cabeza. ¿Qué hora será? Las 11:30. Puto despertador. No sé quién los ha inventado pero por favor es el demonio personificado.  Me va a estallar la cabeza y eso que ayer no bebí… pero el sábado en el cumpleaños de Álvaro menuda pillé. Y eso que estoy acostumbrado los fines de semana pero madre mía. Recuerdo que había estado hablando con una tía que no estaba nada mal. Nada mal para un polvo y desearle buenas noches. ¿Cómo se llamaba? ¿Ángela? ¿Andrea? ¿Alicia? Estaba seguro que por A empezaba pero no recordaba ni su nombre. ¡Ana! Eso era. Había estado hablando con ella un buen rato, un par de besos y un par de palabras bonitas y la había convencido para ir al coche y no para jugar al parchís.  Ya sé que me dedico a tirarme una tía cada semana prácticamente pero el amor está sobrevalorado.

Casi estoy seguro que no existe. Pero en fin, si alguna vez encuentro una tía que merezca la pena ya me tragaré mis palabras.
Lo peor de todo es que la borrachera del sábado había sido tal que lo tuvieron que sacar de la discoteca entre Nerea y Álvaro. Y menos mal que su mejor amigo le había contado a grandes rasgos lo que había pasado porque a penas recordaba nada. Lo peor era haber acabado con la fiesta de Álvaro. O que su hermana de 16 años tuviese que cargar con él. A mis diecinueve años estoy acabado, menos mal que esta semana no tenía que currar si no… ir con este dolor de cabeza a trabajar sería una muerte y destrucción asegurada.
Va venga, es hora de levantarse. Vaya desastre de habitación, tendría que poner luego su habitación un poco en orden y tampoco estaría de más poner un poco su vida que consistía en beber los fines de semana, trabajar por la semana y de vez en cuando ir a casa de Álvaro a viciar a la play. En serio, está habitación parecía una leonera como diría su madre. Para llegar al baño tenías que sortear montones de ropa y demás trastos. Por suerte, su madre no estaba en casa esta semana, se había ido a ver a su hermana. Y en lo que a Álvaro respecta, él no tenía padre.
Aitor tenía su primer partido de fútbol más o menos importante. Tenía 7 años y estaba emocionado porque su padre le había prometido que estaría allí aunque llegase un poco tarde.
-          Papá deséame suerte.

-          La suerte es para los mediocres y estoy seguro de que tú no eres.
Durante el partido Aitor estuvo pendiente de la grada para ver a su padre, y si tenía la oportunidad de marcar dedicárselo a su padre pero por más que miró y miró su padre no apareció. Aquella fue la primera de las incontables promesas que su padre había roto.

Su madre, por el contrario, era la persona que más quería en el mundo. Se llamaba Ana y él lo daría todo por ella sin pensarlo dos veces. A pesar de que él no solía decir te quiero, se lo demostraba. Solo recordaba haber dicho un par de veces esas dos palabras, una había sido a su padre, después de ver como le había fallado una y otra vez, había decidido guardarselos para él y decirlos en muy pocas ocasiones, podía contar las veces que lo había dicho con los dedos de una mano y aún le sobraban dedos.

Aitor le debía todo. Si era buena persona, era gracias a ella. Aunque su vida los fines de semana era la propia de una vida mamaracha, por la semana ayudaba a su madre en todo lo que podía y trabajaba.

6/15/2012

#6.


Quedan unos minutos para que toque el timbre y un lunes por la mañana casi nadie tiene ganas de hablar así que pasa de quitarse los cascos. Y a pesar de tener el volumen a tope los gritos de los de primero se oyen más fuerte. ¡Son insoportables! ¿Cómo pueden tener esa energía a esas horas? ¿Y cómo pueden gastarla dando voces en vez de no sé ponerse a correr o algo? En fin. Ya ha tocado el timbre y la maravillosa profesora (y nótese la ironía) ya está en clase.
- ¡Buenos días!
-       -  Buenos serán para ti.

- A eso se le llama empezar una semana con buen pie, Nerea.

 - ¿A que sí, eh?

 - Bueno, vamos a hacer sintaxis. Analizad esta frase “Deseo que vengas pronto y me traigas el libro que te pedí.” y después las del ejercicio dos de la página 176.

Como odio analizar frases sintácticamente. Es inútil, aburrido y una pérdida de tiempo. Y encima es lunes por la mañana, pero al menos voy a intentar ser positiva: ¡Sólo quedan cinco días para que sea viernes! Encima, Laia no ha venido así que probablemente mis clases sean muy aburridas, aunque quizás llega tarde como suele pasar el noventa y nueve coma nueve de las veces. Laia es ese tipo de chicas que no conoce el sentido de la palabra “puntualidad”, sus cinco minutos tarde no se los quita nadie, y quien dice cinco, dice diez o incluso veinte; pero realmente es una chica que vale la pena esperar. Es de esas chicas que siempre te saca una sonrisa aunque no quiera, y que la suya no la pierde jamás. Era una buena amiga, aunque no mi mejor amiga, ese concepto no lo conozco aún. Quizás lo único malo de Laia era que desde que salía con Iván pasaba un poco de todas nosotras. Y efectivamente, no me equivoqué porque a los veinte minutos de haber empezado la clase tocan a la puerta y es ella.
- ¿Se puede?

 -  Se puede llegar puntual Laia. Anda, siéntate.
 Llega a mi lado y empezamos a susurrar.
 - ¿Qué ha pasado esta vez?

 - Como siempre, me dormí. Es que los domingos resacosos son muy malos. Suerte que Iván me trago en su coche.
- Ah.  

No le caía nada bien Iván. No por nada en particular, si no porque estaba seguro de que solo quería a su amiga cuando le interesaba, un par de polvos y un método de entretenimiento. En los tres meses que llevaban “juntos” no le había dicho ni una sola vez “te quiero” y no sólo eso, sino que tampoco había mostrado ninguna muestra de cariño hacia Laia. Por el contrario, su amiga le había dado lo más valioso que puede dar una mujer, su virginidad. Laia estaba completamente enamorada de él, era su primer amor serio, antes de él solo había habido un par de besos y dos o tres relaciones de apenas un par de semanas.
-       - Sé que no te cae nada bien pero yo le quiero.

-       Ya sé que tú le quieres, pero la cosa es ¿Te quiere él a ti? ¿Te lo ha dicho o demostrado alguna vez?  Joder Laia, eres una de mis mejores amigas y no quiero que te enfades por decirte esto pero estoy segura que tú no eres más que un seguro de X polvos semanales y un poco de entretenimiento para cuando se aburre.

Sé perfectamente que eso que le acabo de decir le va a joder y probablemente se enfadaría por eso pero ¿De qué sirve tener amigas si no te dicen la verdad aunque duela? Tener amigas que no te la digan no sirve de nada. “Amigos” para pasar un buen rato todo el mundo tiene, pero ¿Quién está ahí cuando realmente necesitas a alguien? Muy pocas, y en ciertas ocasiones ninguna.

#5.


- ¡Nerea! Levántate ya que son las ocho menos veinticinco y perderás el autobús.

Nerea mira el móvil y no son las ocho menos veinticinco, son las siete y cinco. Se ha pasado cinco minutos de la hora a la que se levanta habitualmente. Es lunes. Un lunes a las siete y cinco de la mañana. ¿Hay algo peor? Sí, que además de ser lunes no puedas quedarte en la cama porque debe ir al instituto. ¿Quién leches ha inventado los lunes? Seguro que fueron las madres, ellas y su manía de inventarse la hora que es cuando te vienen a despertar.

- ¡Nerea! Si no quieres que vaya y te tire agua fría por la cabeza, levántate ya.

- ¡Que ya voy!

Que pesadilla. Es un lunes a las siete y cinco de la mañana y su madre dando voces. Además va con tiempo de sobra, podría incluso dormir diez minutos más pero resulta que no quiere que su madre le tire agua por la cabeza y morir congelada así que será hora de levantarse. Se mira al espejo y piensa ¿Yo soy así todos los días? ¡Madre mía que desastre para la humanidad! Y acto seguido va al baño a lavarse la cara e intentar parecer un poco más normal. En menos de veinte minutos ya está vestida con sus amados vaqueros, sus converses y su sudadera. ¿Quién necesita los incómodos tacones y las minifaldas teniendo sus converses y sudaderas? Al menos, así sabrá que cuando un chico se fije en ella será por su interior y no por el tamaño de su escote o lo corta que sea su falda. Ya en la cocina, coge un zumo de los comprados claro, su madre no se va a poner a hacer zumo a estas horas de la mañana y dos galletas con chispitas de chocolate que le encantan, nunca ha sido muy de comer y con sus complejos… ha intentado reducir un poco sus hábitos. Se pone a ver las noticias hasta que da la hora exacta de salir a por el autobús, todo son noticias tristes. A eso se le llama empezar un lunes con buen pie, pero mejor que ver a las videntes en canales que son pura basura y que desconoce la razón por la cual siguen existiendo.

En fin, es la hora. Coge su mochila azul y se va, no ha empezado tan siquiera a bajar las escaleras cuando ya tiene los cascos puestos. El aleatorio de su móvil es el mejor compañero de viajes y la música lo es todo. No podría encontrar otra forma mejor de definirla. Y así, entra una mezcla de Nach, Rulo y la Contrabanda, Sum 41 y Simple Plan el viaje se hace mucho más ameno, tanto que casi no se da cuenta de que ya el autobús ya ha parado y que ya está a las puertas de aquel instituto que perfectamente podría ser un zoo por la cantidad de animales que había allí.

#4.





Su hermano tiene razón, que Aitor esté en su casa no impide que no se pueda duchar que para eso es su casa. Así que eso va a hacer, además le apetece ‘reflexionar un rato’ y una ducha de agua muy caliente es la mejor opción, sin olvidar a su mejor acompañante, aquella que siempre la comprendía en cualquier situación, aquella que estaba cuando era feliz y cuando lloraba, cuando estaba enfadada o cuando sentía impotencia. Aquella que siempre estaba siempre. La música. Ya lo había dicho Friedrich Nietzsche: "Sin música la vida sería un error". Nerea se va desvistiendo poco a poco, pone el aleatorio de su móvil y se mete en la ducha. La música comienza a sonar justo antes de que el chorro de agua le toque, suena ‘Fifteen – Taylor Swift’. Una canción apropiada para ella en cierto modo, solo que ella a sus dieciséis años no tenía a nadie a quien creer si le decían ‘Te amo’ porque no había absolutamente nadie que se lo dijese. Ella se consideraba diferente a sus amigas y a las chicas de su instituto, y no lo decía porque fuese moda decir ‘Soy diferente y molo’ no. Ella se consideraba diferente porque mientras que sus amigas o sus conocidas iban arregladas al instituto, con manoletinas, jerséis bonitos, faldas o incluso vestidos ella nunca fallaba a su estilo. Converses, vans o cualquier otro tipo de zapatilla, una sudadera y unos pitillos. Ese era su estilo y quizás no fuese la chica más bonita del mundo, ni la que más se arregla pero ella iba cómoda así y no pensaba cambiar. Al menos no de momento. Nerea no vestía de marcas caras tipo ‘Roxy’ o cualquier otra, es más, pensaba que era un poco estúpido. ¿Pagar setenta euros por una camiseta que solo trae un nombre? Ella era más de comprar en Pull and Bear, Primark o tiendas de ropa normales. Quizás por eso a sus casi dieciséis años no había dado todavía su primer beso, ni había tenido un novio, bueno quitando ese novio de primaria que todo el mundo tiene y que lo es por el hecho de cogerte de la mano con él. Todas sus amigas o casi todas, ya habían besado a chicos, algunas incluso tenían una lista bastante larga y otras ya habían perdido su virginidad, y sin embargo ella lo máximo que había perdido era las llaves de casa. También influía el tema que a ella no le gustaba salir a discotecas, salía de vez en cuando en fechas puntuales y no todos los fines de semana como las chicas ‘normales’ de su edad. Ella prefería los planes caseros, un sofá, una manta, una película o un libro y algo de comida basura.


Otra de las diferencias era que sus amigas apenas leían, había algunas que ni siquiera los libros que eran obligatorios en el instituto. No sabía cuando se había puesto de moda ser ‘guay’ por no leer, pero eso si que era una tontería. Con la música era otra de las cosas imprescindibles para sobrevivir. Leer era genial, entrar en el libro como si de otra protagonista se tratase, enamorarse de los personajes, viajar, sufrir, reír y llorar con ellos… sin olvidar el vació que se siente cuando terminas un libro que te ha encantado y piensas ¿Y qué hacía yo antes de entrar en esta historia?

- ¡Nerea, ¿Quieres salir de una vez de la ducha?! Llevas cincuenta minutos dentro y nosotros también queremos ducharnos.

- - Ya voy pesados, cuando tú tardas yo no te digo nada majo.

- - Venga sal ya y déjate de tanta musiquita.


Pues nada ya se le ha estropeado su tarde de relax. Con lo feliz que es ella con la música y sus pensamientos de adolescente. Boh. Ya va siendo hora de salir que ya esta arrugada cual arvejo. Después de salir de la ducha Nerea se hace un sándwich para cenar y se va a dormir. No es que haya mucho más que hacer un domingo, los domingos existen precisamente para pasársela tarde del sofá a la cama y de la cama al sofá y ver películas o para estudiar. Ella ya había acabado de estudiar así que se iba a dormir ya.

#3.






Estaba a punto de amanecer y Nerea no era capaz de dormir. Daba vueltas y vueltas y nada. Había escuchado música, había leído y había jugado con su DS. Ya no sabía qué hacer así que se levantó a tomar un vaso de leche. Llevaba puesta una de las viejas camisetas de su hermano. Adoraba dormir con camisetas de chico. Ella era del tipo de chicas que creía que las camisetas de chico fueron inventadas para usarse como pijama de mujer. Cruzó el pasillo a oscuras y fue a su cocina. Cogió su vaso de Bob esponja, de estos que venían con la nocilla y se sentó en la mesa. Se quedo allí un rato pensando hasta que alguien entró en la cocina.

- ¿Qué haces aquí? –Era Aitor. Pero ¿Por qué estaba despierto a estas horas?

- No puedo dormir y tenía sed.

- Ah. Esto… gracias por ayudar a tu hermano a traerme esta noche.

- Parece que ya has recuperado la consciencia ¿eh?

- Lo siento, por hacerte cargar conmigo.

- Va, no te preocupes. Yo me vuelvo a la cama y tú deberías hacer lo mismo como te pille mi padre a estas horas de la mañana te crujirá. Buenas noches.

- Adiós.


Nerea se volvió a la cama, y supuso que Aitor también lo habría hecho. Jamás habían hablado mucho, lo típico, saludarse, despedirse, felicitación de navidad y cumpleaños y poco más pero lo había visto un montón de veces, era uno de los mejores amigos de su hermano y muchas veces acaparaban la televisión jugando al FIFA en la Play. Nerea se consiguió dormir a los pocos minutos, el vaso de leche le había sentado bien.

Al día siguiente, domingo, Nerea se levantó a las doce, para haber dormido tan poco no era tarde y a pesar de ser domingo la pobre chica tenía que ponerse a hacer siete ejercicios de análisis sintáctico y estudiar historia. ¡Análisis sintáctico! Pero ¿A quién le importa el análisis sintáctico? ¿Alguien lo va a usar en el futuro? ¡Es verdad leches! Tú no vas por la calle pensando “Juan (sujeto) comió (verbo) patatas (complemento directo)”. Bueno después de desayunar un cola-cao con un donuts y vaguear un buen rato entre el sofá y el ordenador decidió que era hora de hacer algo productivo con su domingo, o al menos intentarlo.

Llevaba una hora haciendo las frases de las narices y ya le quedaban tres solamente, cuando su hermano entró en el salón.

- ¿Qué haces?

-           - Análisis sintáctico de frases y ahora me pondré a estudiar historia.

-          - Va, no sé para que lo haces si total eres tonta.

-           - Eres idiota – Digo a la vez empujándole suavemente – Claro, tú con salir con el idiota de tu amigo y liarte con tres tías cada noche lo tienes solucionado ¿eh?

-           - ¡Eh, que ese no soy yo, que yo desde que lo dejé con Marta no he estado con nadie! Ese es Aitor.

-           - A propósito ¿Se ha ido?

-           - Que va, sigue roncando parece un tronco, macho. ¿Quieres que se vaya?

-          - Hombre, no es que lo quiera pero quiero ducharme y no me apetece hacerlo estando él en casa.

-        -   Va, puedes hacerlo, no va a entrar al baño mientras tú estés y violarte.

#2.





Cada noche es prácticamente lo mismo, Nerea está viendo la televisión, con el ordenador o incluso leyendo pero a él siempre le molestaba hiciese lo que hiciese. Por eso el sonido de sus llaves eran prácticamente temidas por ella, y procuraba estar encerrada en su habitación para cuando el llegase. Al mismo tiempo, no quería estar tan distante con él, le quería demasiado como para enfadarse con él y siempre intentaba ayudarle cuando llegaba.

- Hola Papá ¿Quieres comer?

- No, si total nunca tienes nada hecho, joder es que no haces nada.

- Yo... lo siento.

- Siempre dices 'lo siento' pero por hacer la comida no te da.

Y después de oír eso Nerea coge y se va a su habitación, hoy no tiene ganas de discutir ni con su padre ni con nadie. Ha tenido un día de perros, pero cuando te levantas con el pie izquierdo dicen que nada puede salir bien. Ella era de ese tipo de personas que casi siempre aguantaba las lágrimas pero cuando la gota colmaba el vaso, se ponía a llorar y nada podía pararla. Empezando por la canción de Perfect y terminando porque su padre le recordase lo insignificante que era. Se mira al espejo que tiene en su habitación y dice para sí misma  '¿A ti quien te va a querer? Mírate por dios, no eres guapa, no estás delgada, no tienes los ojos bonitos y tu pelo es bastante cutre. Tampoco eres lista, graciosa ni especial. ¿En serio piensas que vas a gustarle a alguien?

Pasa de seguir destruyéndose, se hace una coleta y se pone unos vaqueros, converses y sudaderas y se va a dar una vuelta al menos así quizás se calma. Necesita hablar con alguien, aunque más que hablar necesita un abrazo pero por desgracia y como siempre, nadie estaba ahí para dárselo. Podría ir a casa de una de sus amigas que más o menos viven cerca, pero le apetece ver a Aitor. ¿Por qué cojones seguía enamorada de él?

Su historia con Aitor no había durado demasiado, ni siquiera había durado un año. Pero ¿Qué se puede esperar de una relación adolescente? Con dieciséis años cualquier chica soñaba con encontrar a ese chico con el que pasar la vida, pero Nerea era diferente. Sabía, en cierto modo, que eso no iba a ocurrir y pensaba que jamás se iba a enamorar, pero claro apareció aquel chico de aspecto desarreglado que irrumpió en su vida y la descontrolo. Todo había comenzado en el cumpleaños de su hermano Álvaro, aquella madrugada de septiembre en el cumpleaños de su hermano.

- Joder Aitor, mírate como estas. No te tienes en pie. Ven anda que te llevaré a casa.

- Solo estoy mareado– Dijo Aitor justo antes de empezar a vomitar las cantidades astronómicas de alcohol que había bebido.

- Ya, claro. ¡Nerea, ayúdame anda!

Mi hermana y yo sacamos como pudimos a Aitor de la discoteca, el pobre estaba hecho un desastre. Aitor era uno de mis mejores amigos y yo sabía perfectamente que si sus padres le veían así, le matarían así que entre Nerea y yo lo sacamos como pudimos de la discoteca y lo llevamos a nuestra casa. Entramos en casa intentando hacer el mínimo ruido posible, aunque claro teniendo un borracho en brazo no es precisamente fácil. Le dimos de comer y de beber, le desvestimos, pusimos a lavar su ropa y cada uno se fue a su cama.



#1.






Se levanta de la cama y enciende un cigarro. ¿Qué ha pasado? Ella no solía fumar y sin embargo ahora lo hace, su cabello rubio es ahora moreno, y su larga melena ahora ya no pasa de los hombros. Quizás fue la necesidad de cambiar, de empezar una nueva vida y la única manera lógica que encontró fue empezando por el aspecto. No es la misma de hace un año, aquella Nerea que jamás se había enamorado y que no había dado un beso en su vida, ya no está. Todo comenzó el maldito día en el que conoció a Aitor no es que se arrepienta, pero desde entonces no ha hecho más que sufrir. Oye las llaves de su madre que entra por la puerta en ese mismo instante y apaga el cigarro a toda prisa, echa un poco de colonia en su habitación para que su madre no sospeche y se tira encima de la cama con el primer libro que encuentra haciendo que está estudiando. Sabe perfectamente que su madre entrará en su habitación justo después de entrar en la cocina, y si la ve fumando la asesinaría. Vale no, exageraba, pero seguro que el castigo no se lo quitaba nadie. Pasan los minutos y efectivamente, su madre abre la puerta de su habitación.

- ¿Que estás haciendo?

- ¿No me ves? Estudiar.

- Eso sería creíble si para empezar estuvieses con un libro de clase en las manos, y para terminar estuviese al derechas. No sé si te has dado cuenta pero estás leyendo el atlas que te regaló tu abuela cuando tenías diez años.

Dicho esto, su madre se larga y ella maldice en voz baja por no ponerse a gritar y que su madre venga y le diga lo típico de "Ese vocabulario no es propio de una chica de dieciséis años", como si ella no dijese tacos. Ahora se da cuenta de que desperdició su último cigarrillo para que su madre no la pillase. Genial, Nerea, Genial. Ya que el cuento de estudiar no ha colado y que tampoco es lo que más le apetece en el mundo, coge su portátil y va a la lista de música en aleatorio. Suena "Perfect - Simple Plan." Vaya, parece que el ordenador también se ha puesto en su contra. No es que odie esa canción, al contrario la ama, nunca jamás una canción la había marcado tan fuerte como esa. Se sentía identificada con la letra al cien por cien, y por si fuera poco esa canción era de sus queridos Simple Plan, uno de sus grupos favoritos, por no decir el favorito. Sabe que se va a poner a llorar porque siempre que suena esta canción lo hace, pero tampoco tiene ganas de quitarla.

Y efectivamente, no llega a sonar el estribillo cuando las lágrimas ya están deslizándose por sus mejillas. ¿Por qué todo es tan difícil? Su padre es la mejor persona de este mundo, sin embargo se está destrozando a sí mismo por el maldito alcohol. No es que pegue ni a su madre, ni a su padre eso está claro, pero la bebida le convierte en una persona irracional que solo busca discutir y con la que no se puede hablar de absolutamente nada. Y todo sería normal si Nerea supiese callarse pero no puede, cuando la gente no tiene razón no se la va a dar y luchará hasta el final hasta hacerle entender las cosas y claro así le va que a la mínima que su padre le dice algo con lo que no está de acuerdo le vacila porque sabe que no él no se va a defender con sentido, pero a la mañana siguiente se arrepiente y justo antes de que se vaya al bar, su relación con su padre vuelve a ser la misma que de hace unos años.