6/15/2012

#6.


Quedan unos minutos para que toque el timbre y un lunes por la mañana casi nadie tiene ganas de hablar así que pasa de quitarse los cascos. Y a pesar de tener el volumen a tope los gritos de los de primero se oyen más fuerte. ¡Son insoportables! ¿Cómo pueden tener esa energía a esas horas? ¿Y cómo pueden gastarla dando voces en vez de no sé ponerse a correr o algo? En fin. Ya ha tocado el timbre y la maravillosa profesora (y nótese la ironía) ya está en clase.
- ¡Buenos días!
-       -  Buenos serán para ti.

- A eso se le llama empezar una semana con buen pie, Nerea.

 - ¿A que sí, eh?

 - Bueno, vamos a hacer sintaxis. Analizad esta frase “Deseo que vengas pronto y me traigas el libro que te pedí.” y después las del ejercicio dos de la página 176.

Como odio analizar frases sintácticamente. Es inútil, aburrido y una pérdida de tiempo. Y encima es lunes por la mañana, pero al menos voy a intentar ser positiva: ¡Sólo quedan cinco días para que sea viernes! Encima, Laia no ha venido así que probablemente mis clases sean muy aburridas, aunque quizás llega tarde como suele pasar el noventa y nueve coma nueve de las veces. Laia es ese tipo de chicas que no conoce el sentido de la palabra “puntualidad”, sus cinco minutos tarde no se los quita nadie, y quien dice cinco, dice diez o incluso veinte; pero realmente es una chica que vale la pena esperar. Es de esas chicas que siempre te saca una sonrisa aunque no quiera, y que la suya no la pierde jamás. Era una buena amiga, aunque no mi mejor amiga, ese concepto no lo conozco aún. Quizás lo único malo de Laia era que desde que salía con Iván pasaba un poco de todas nosotras. Y efectivamente, no me equivoqué porque a los veinte minutos de haber empezado la clase tocan a la puerta y es ella.
- ¿Se puede?

 -  Se puede llegar puntual Laia. Anda, siéntate.
 Llega a mi lado y empezamos a susurrar.
 - ¿Qué ha pasado esta vez?

 - Como siempre, me dormí. Es que los domingos resacosos son muy malos. Suerte que Iván me trago en su coche.
- Ah.  

No le caía nada bien Iván. No por nada en particular, si no porque estaba seguro de que solo quería a su amiga cuando le interesaba, un par de polvos y un método de entretenimiento. En los tres meses que llevaban “juntos” no le había dicho ni una sola vez “te quiero” y no sólo eso, sino que tampoco había mostrado ninguna muestra de cariño hacia Laia. Por el contrario, su amiga le había dado lo más valioso que puede dar una mujer, su virginidad. Laia estaba completamente enamorada de él, era su primer amor serio, antes de él solo había habido un par de besos y dos o tres relaciones de apenas un par de semanas.
-       - Sé que no te cae nada bien pero yo le quiero.

-       Ya sé que tú le quieres, pero la cosa es ¿Te quiere él a ti? ¿Te lo ha dicho o demostrado alguna vez?  Joder Laia, eres una de mis mejores amigas y no quiero que te enfades por decirte esto pero estoy segura que tú no eres más que un seguro de X polvos semanales y un poco de entretenimiento para cuando se aburre.

Sé perfectamente que eso que le acabo de decir le va a joder y probablemente se enfadaría por eso pero ¿De qué sirve tener amigas si no te dicen la verdad aunque duela? Tener amigas que no te la digan no sirve de nada. “Amigos” para pasar un buen rato todo el mundo tiene, pero ¿Quién está ahí cuando realmente necesitas a alguien? Muy pocas, y en ciertas ocasiones ninguna.

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