Quedan unos minutos para que toque el timbre y un
lunes por la mañana casi nadie tiene ganas de hablar así que pasa de quitarse
los cascos. Y a pesar de tener el volumen a tope los gritos de los de primero
se oyen más fuerte. ¡Son insoportables! ¿Cómo pueden tener esa energía a esas
horas? ¿Y cómo pueden gastarla dando voces en vez de no sé ponerse a correr o
algo? En fin. Ya ha tocado el timbre y la maravillosa profesora (y nótese la
ironía) ya está en clase.
- ¡Buenos días!
- - Buenos serán para ti.
- A eso se le llama empezar una semana con buen pie, Nerea.
No le caía nada
bien Iván. No por nada en particular, si no porque estaba seguro de que solo
quería a su amiga cuando le interesaba, un par de polvos y un método de entretenimiento. En los tres meses
que llevaban “juntos” no le había dicho ni una sola vez “te quiero” y no sólo
eso, sino que tampoco había mostrado ninguna muestra de cariño hacia Laia. Por el contrario, su amiga le había dado lo más valioso que puede dar una mujer, su virginidad. Laia estaba completamente enamorada de él, era su primer amor serio, antes de él solo había habido un par de besos y dos o tres relaciones de apenas un par de semanas.
-
- Sé que no te cae nada bien pero yo le quiero.
-
Ya sé que tú le quieres, pero la cosa es ¿Te
quiere él a ti? ¿Te lo ha dicho o demostrado alguna vez? Joder Laia, eres una de mis mejores amigas y
no quiero que te enfades por decirte esto pero estoy segura que tú no eres más
que un seguro de X polvos semanales y un poco de entretenimiento para cuando se aburre.
Sé perfectamente que eso que le acabo de decir le va a
joder y probablemente se enfadaría por eso pero ¿De qué sirve tener amigas si
no te dicen la verdad aunque duela? Tener amigas que no te la digan no sirve de
nada. “Amigos” para pasar un buen rato todo el mundo tiene, pero ¿Quién está
ahí cuando realmente necesitas a alguien? Muy pocas, y en ciertas ocasiones
ninguna.
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