Su hermano
tiene razón, que Aitor esté en su casa no impide que no se pueda duchar que
para eso es su casa. Así que eso va a hacer, además le apetece ‘reflexionar un
rato’ y una ducha de agua muy caliente es la mejor opción, sin olvidar a su
mejor acompañante, aquella que siempre la comprendía en cualquier situación,
aquella que estaba cuando era feliz y cuando lloraba, cuando estaba enfadada o
cuando sentía impotencia. Aquella que siempre estaba siempre. La música. Ya lo
había dicho Friedrich Nietzsche: "Sin
música la vida sería un error". Nerea se va desvistiendo poco a poco,
pone el aleatorio de su móvil y se mete en la ducha. La música comienza a sonar
justo antes de que el chorro de agua le toque, suena ‘Fifteen – Taylor Swift’. Una
canción apropiada para ella en cierto modo, solo que ella a sus dieciséis años
no tenía a nadie a quien creer si le decían ‘Te amo’ porque no había
absolutamente nadie que se lo dijese. Ella se consideraba diferente a sus
amigas y a las chicas de su instituto, y no lo decía porque fuese moda decir ‘Soy
diferente y molo’ no. Ella se consideraba diferente porque mientras que sus amigas
o sus conocidas iban arregladas al instituto, con manoletinas, jerséis bonitos,
faldas o incluso vestidos ella nunca fallaba a su estilo. Converses, vans o
cualquier otro tipo de zapatilla, una sudadera y unos pitillos. Ese era su
estilo y quizás no fuese la chica más bonita del mundo, ni la que más se
arregla pero ella iba cómoda así y no pensaba cambiar. Al menos no de momento.
Nerea no vestía de marcas caras tipo ‘Roxy’ o cualquier otra, es más, pensaba
que era un poco estúpido. ¿Pagar setenta euros por una camiseta que solo trae
un nombre? Ella era más de comprar en Pull and Bear, Primark o tiendas de ropa
normales. Quizás por eso a sus casi dieciséis años no había dado todavía su
primer beso, ni había tenido un novio, bueno quitando ese novio de primaria que
todo el mundo tiene y que lo es por el hecho de cogerte de la mano con él.
Todas sus amigas o casi todas, ya habían besado a chicos, algunas incluso
tenían una lista bastante larga y otras ya habían perdido su virginidad, y sin
embargo ella lo máximo que había perdido era las llaves de casa. También
influía el tema que a ella no le gustaba salir a discotecas, salía de vez en
cuando en fechas puntuales y no todos los fines de semana como las chicas
‘normales’ de su edad. Ella prefería los planes caseros, un sofá, una manta,
una película o un libro y algo de comida basura.
Otra de
las diferencias era que sus amigas apenas leían, había algunas que ni siquiera
los libros que eran obligatorios en el instituto. No sabía cuando se había
puesto de moda ser ‘guay’ por no leer, pero eso si que era una tontería. Con la
música era otra de las cosas imprescindibles para sobrevivir. Leer era genial,
entrar en el libro como si de otra protagonista se tratase, enamorarse de los
personajes, viajar, sufrir, reír y llorar con ellos… sin olvidar el vació que
se siente cuando terminas un libro que te ha encantado y piensas ¿Y qué hacía
yo antes de entrar en esta historia?
- ¡Nerea,
¿Quieres salir de una vez de la ducha?! Llevas cincuenta minutos dentro y
nosotros también queremos ducharnos.
- - Ya voy pesados, cuando tú tardas yo no te digo nada majo.
- - Venga sal ya y déjate de tanta musiquita.
Pues nada ya se le ha estropeado su tarde de
relax. Con lo feliz que es ella con la música y sus pensamientos de
adolescente. Boh. Ya va siendo hora de salir que ya esta arrugada cual arvejo.
Después de salir de la ducha Nerea se hace un sándwich para cenar y se
va a dormir. No es que haya mucho más que hacer un domingo, los domingos
existen precisamente para pasársela tarde del sofá a la cama y de la cama al
sofá y ver películas o para estudiar. Ella ya había acabado de estudiar así que
se iba a dormir ya.
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