- ¡Nerea! Levántate ya que son las
ocho menos veinticinco y perderás el autobús.
Nerea mira el móvil y no son las ocho menos
veinticinco, son las siete y cinco. Se ha pasado cinco minutos de la hora a la
que se levanta habitualmente. Es lunes. Un lunes a las siete y cinco de la
mañana. ¿Hay algo peor? Sí, que además de ser lunes no puedas quedarte en la
cama porque debe ir al instituto. ¿Quién leches ha inventado los lunes? Seguro
que fueron las madres, ellas y su manía de inventarse la hora que es cuando te
vienen a despertar.
- ¡Nerea! Si no quieres que vaya y
te tire agua fría por la cabeza, levántate ya.
- ¡Que ya voy!
Que pesadilla. Es un lunes a las siete y cinco de la
mañana y su madre dando voces. Además va con tiempo de sobra, podría incluso
dormir diez minutos más pero resulta que no quiere que su madre le tire agua
por la cabeza y morir congelada así que será hora de levantarse. Se mira al
espejo y piensa ¿Yo soy así todos los días? ¡Madre mía que desastre para la
humanidad! Y acto seguido va al baño a lavarse la cara e intentar parecer un
poco más normal. En menos de veinte minutos ya está vestida con sus amados
vaqueros, sus converses y su sudadera. ¿Quién necesita los incómodos tacones y
las minifaldas teniendo sus converses y sudaderas? Al menos, así sabrá que
cuando un chico se fije en ella será por su interior y no por el tamaño de su
escote o lo corta que sea su falda. Ya en la cocina, coge un zumo de los
comprados claro, su madre no se va a poner a hacer zumo a estas horas de la
mañana y dos galletas con chispitas de chocolate que le encantan, nunca ha sido
muy de comer y con sus complejos… ha intentado reducir un poco sus hábitos. Se
pone a ver las noticias hasta que da la hora exacta de salir a por el autobús,
todo son noticias tristes. A eso se le llama empezar un lunes con buen pie,
pero mejor que ver a las videntes en canales que son pura basura y que
desconoce la razón por la cual siguen existiendo.
En fin, es la hora.
Coge su mochila azul y se va, no ha empezado tan siquiera a bajar las escaleras
cuando ya tiene los cascos puestos. El aleatorio de su móvil es el mejor
compañero de viajes y la música lo es todo. No podría encontrar otra forma
mejor de definirla. Y así, entra una mezcla de Nach, Rulo y la Contrabanda, Sum
41 y Simple Plan el viaje se hace mucho más ameno, tanto que casi no se da
cuenta de que ya el autobús ya ha parado y que ya está a las puertas de aquel
instituto que perfectamente podría ser un zoo por la cantidad de animales que
había allí.
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